Acerca del disco After Chabon
«El arte es la única fuerza superior opuesta a toda voluntad de negar la vida«. Nietzsche.
Sinestesia es cuando escuchas colores. No vamos a hacer una introducción muy larga acerca del tema. Es simplemente un cruce de fronteras en el sentir. Jimi Hendrix cuando tocaba la guitarra veía a las notas y cosas que se le ocurrían como una paleta de colores. Lo mismo el para nada obediente poeta Rimbaud veía colores en las vocales. Pero entrando de lleno como Crua Chan de Sumo, esa irrevocable canción quiero reconocer que Sumo me permite escuchar colores. No es la única banda. También me sucede con The Beatles y Pink Floyd pero es caer un poco en lo sabido, el caleidoscopio, los mandalas anaranjados, el buda sentado arriba de una mesa mostrando un rubí. Colores hippies. Con Sumo me ocurre diferente. Veo la herrumbre del tiempo. Herrumbre es una palabra que existe en el diccionario. Veo los techos y la humedad de casas de Buenos Aires. Es sabido que Sumo se ligó a Hurlingham en Buenos Aires. Ahí vivía mi abuela Clementina. Clementina nunca escuchó Sumo pero si sabía de memoria las calles de Hurlingham. Los pibes que jalaban poxi ran en la esquina la saludaban con afecto. Yo que era un pibe provinciano me encantaba quedarme todo el tiempo que más pudiera en las callles de Hurlingham. Y veía por todos lados graffitis que decían Sumo. Esos graffitis que hoy veo cuando escucho el disco After Chabon. Quizás uno de los mejores discos de la NBA del Rock. Del mejor basket del Rock. Digo Basket porque Luca era enorme en su manera de decir y contar. Digo esto y pongo la canción de fondo «Mañana en el Abasto». Ese himno que escribió un italiano que hablaba en inglés y en un castellano rio platense. Ese pelado había bajado de un Ovni. Para mí es el alien definitivo del rock nacional. El alien catedrático. Como ves vos que estás leyendo esto. No quiero ir mucho a ningún lado específico. Mucho se habló de Sumo y con los tecnicismos de ese periodismo torpe que es el periodismo musical en casi todas sus facetas. La sinestesia empieza a ocurrir con Mañana en el Abasto. Cuando nombra las estaciones de subte…puedo ver a mi tío en el subte línea B, orientado a mirar la nada y describirla. Mi tío que me hablaba en un porteño veloz y yo devoraba todo lo que veía con hambre punk. Un hambre dirigido a captar toda esa rugosidad de las calles y las caras de peces que iban y salían de los subtes casi como en una película rupestre. Luca estaba ahí en ese subte. Eso era Hurlingham. Persianas bajas casi todo el día. Enormes casas que hoy no son tan altaneras. Enormes maneras de evitarnos a nosotros mismos fundando metrópolis de sueños de verdulerías.
El disco After Chabon continúa con Hello Frank. Una canción que es más como una maqueta que se abandonó así pero así es perfecta. Para mi el clima más apocaliptico y perfecto es la canción Ojos de Terciopelo. Y empiezan otros tipos de colores. Algo similar a escuchar a Joy Division con los ojos cerrados. Veo largos pasillos donde colores anaranjados y amarillentos que mueren van en una peregrinación inútil. La voz de Luca estremece la manufacturada música a las que nos quieren acostumbrar hoy. Estremece porque es la voz de la poesía y la poesía siempre resiste. No hablo de la poesía escrita. Hablo de una actitud y un concepto. La obra por encima de las expectativas mercantiles. Ojos de Terciopelo me genera siempre lo mismo que la primera vez. Es como salir de una fiebre. Como salir de una gran habitación llena de televisores que hablan a la vez y te tiras en una pileta. Para mí la canción definitiva del disco. Así como también La Gota en el Ojo; esa canción que habla sobre el ácido lisérgico y te lo hace vivir ese rato mientras la lluvia te cae encima como en la canción. Es una lluvia que cae con olor a té de Londres sobre la Buenos Aires siempre cansada pero siempre a ritmo de las lunas y los conserjes que equivocan las llaves.
Me gusta mucho escuchar Sumo y esto lo digo como si fuera un niño de 7 años. Me gustaría que más personas se asomen a esta música. Que pareciera tener que hacer un trabajo arqueológico porque la super producción de música basura que hay hoy entorpece la búsqueda. El disco continúa con la canción No te pongas azul. Que habla de la introspección. La voz aumenta su cercanía cuando la escuchas con atención. Es la faceta gurú de Luca. Es una meditación guiada por alguien que vio los árboles oscuros de las drogas y volvió a la tierra a comprender y nombrar la experiencia humana con un lenguaje artesanal. Son más bien consejos de que no te metas en ciertas cosas que no vas a poder manejar. Me parece una canción tan impersonal que pareciera no ser cantada por una persona única. Luca accede a un poder chamánico y es la voz de una cueva, algo subterráneo, un mineral, el amanecer roto de vidrios.
Todo este texto es una invitación a que escuches una obra maestra. El disco After Chabon es un sueño dentro de otro. Hay peces de colores nadando en un río contaminado. Pero los peces se mantienen impecables. Quizás para decir que la esencia de esa voz y esa música permanece en la pureza. Es algo que no podemos consumir. Porque es verdadero arte. Es cerrar los ojos y ser nómade. Y ser recolector. Ser un neandertal a punto de subir a una nave directa al espacio. Quería escribir sobre Sumo, pero más que nada quería escribir acerca de Luca Prodan su cantante. Pero es como un amigo al que no conocí del todo. Entonces no me atrevo y en su mundo hace un poco de frío. Y todo lo que dije fue señalar unas canciones.
Esteban Cristóbal Baldomar